viernes, 19 de diciembre de 2014

                                                                CUENTO DE NAVIDAD

El frío arreciaba, la noche se había adueñado de la ciudad...mientras que las alegres luminarias de las calles y de los grandes almacenes habían dado su adiós hasta una nueva jornada.

La vivida, se había prolongado en exceso ya que eran vísperas de una noche diferente, de una noche especial...vísperas de la Nochebuena. Noche celebrada del uno al otro confín con los sentimientos de paz y amor a flor de piel.

Durante toda la semana los habitantes de la ciudad se habían convertido en víctimas de un consumismo inusitado...incontrolado...que campeaba a sus anchas en torno a las alacenas, las cocinas y las mesas de casi todas las familias...deseando festejar la Navidad...como si pareciese ser la última que celebrasen y fuese a faltar el alimento más adelante.

Para José, tampoco resultaban ser unos días cualquiera. Tal vez si, las noches. Esas noches como la presente en que la vida, la luz y el colorido desaparecen por espacio de unos horas desmarcándose del festejo y el ajetreo callejero.

Durante las tardes, al menos, durante unos diez días tenía asegurado un poco el sustento más básico gracias a la limosna que le ofrecían desde unos grandes almacenes...por permanecer unos horas sentado en un trono vestido con los ropajes rojos y blancos de Santa Claus.

Su apariencia afable de anciano, con pelo y barba desgreñada y unos pómulos sonrojados por la ingesta continuada de alcohol durante años...le hacía apto para ocupar el trono de los sueños para miles de criatura que inocentemente depositaban en sus manos unas cartas plagadas de buenos deseos. Sentados sobre sus piernas, por mucho que deseasen los más desconfiados...no cabía lugar a las dudas sobre que portara un posible disfraz. Entre grandes risotadas...aguantaba estoicamente los continuos tirones de barba que le propinaban los más pequeños.

José, se sentía un ser importante...al menos durante diez días, pero sin lugar a dudas un ser importante, que se convertía en uno de los protagonistas de la Ciudad, llegadas aquellas fechas. Tenía mucha competencia en otros puntos de la ciudad si...pero nadie se parecía más a Santa Claus que él...y eso le enorgullecía.

Además las ventas se multiplicaban en su temporal centro de trabajo y eso traía consigo un importante cambio de mobiliario para su hogar sin techo. Durante el periodo navideño...se disparaban también las ventas de electrodomésticos...y con ello las posibilidades de hacerse con nuevos y grandes cartonajes que le hacían más llevadero los fríos días de invierno.

Allí, refugiado a tan solo unos metros de su actual puesto de trabajo...sin más compañía que el amargor del vino encartonado y un bocadillo agenciado en una casa de beneficencia, permanecía enroscado entre unas mantas roñosas y los flamantes y nuevos cartones a modo de casetilla de techos bajos.

Y en aquél momento...una inesperada visita.

Un señor de aspecto señorial, enguatado en un abrigo de buen paño, con guantes de piel cubriendo sus manos...se acercó hasta él...intentando no sobresaltarlo.
  • ¿Es usted Santa Claus? -le preguntó.-
Asustado se incorporó un poco y lo miró durante unos segundos antes de contestar.
  • ¿Quién es usted? ¿Qué quiere? -le preguntó angustiado.-
  • Tranquilícese, no es mi intención asustarlo.-le indicó aquél extraño.- ¿Es usted el señor que se viste de Santa Claus, o no? -volvió a insistir, dejando que un halo espeso de vaho escapase por su boca.-
  • Sí, porque lo pregunta.
  • Por favor, puede usted acompañarme. Le daré lo que usted desee, pero por favor acompáñeme.
José, no podía salir de su asombro. ¿Quién era aquél señor que le suplicaba que lo acompañase? Si no fuera porque a esas horas su compañero de viaje le tenía mermadas sus facultades...hubiese posiblemente echado a correr.
  • Tenga.-le dijo sacando de su reluciente cartera un billete de cien euros.- ¿Será suficiente?
  • ¿Dónde quiere llevarme amigo? -le preguntó sin fijar la mirada en el tembloroso billete que sujetaba el recién llegado.-
  • Mi hijo, traje a mi hijo hace unos días a que le entregase su carta. ¿Lo recuerda?.
El vagabundo, restregándose con las manos los ojos, intentándose espabilar, no daba crédito.
  • Sí, tiene que recordarlo era un pequeño muy tímido que vestía un gorrito a causa de su enfermedad...¿no lo recuerda?
  • Verá amigo...es invierno...todos los críos llegan abrigados a entregar sus cartas...
  • Tiene que recordarlo...se abrazó a usted durante un buen rato...Tenga, si es cuestión de dinero.-añadió sacando otro billete para ofrecérselo.-
  • ¿Qué hace? ¿Acaso cree que puede comprar mis recuerdos? Dígame de una vez lo que sucede. No es de buena educación venir a ofrecer a una persona dinero a su casa a estas horas de la noche.
  • Perdone, mi hijo empeoró de su enfermedad al día siguiente de traerlo a que le viera...y ahora...-explicó echándose a llorar.- solo le consuela el recuerdo de haberlo abrazado a usted. Llevo horas recorriendo las calles del centro en su búsqueda. Hasta que por fin le he encontrado.
  • ¿Y qué puede hacer un vagabundo como yo? -preguntó puesto ahora en pie José.-
  • Venir a verlo al hospital. Tenga, tenga, tome el dinero.-insistió el padre del pequeño.-
  • Guarde su dinero amigo, ya terminó la campaña...y mañana tengo mucho trabajo que hacer. Vallamos ahora al hospital a ver a su pequeño.


sábado, 13 de diciembre de 2014

                                        "EL PEREGRINO DE COTE"

Inolvidable recorrido de presentaciones de mi última novela por lugares que me tienen conquistado el corazón por unos u otros motivos...Montellano, Ronda, Triana, Barberá del Vallés y Chucena. Bellos recuerdos grabados para siempre en mi corazón. Gracias a todos los que me habéis acompañado en esta nueva aventura que nos abre todo un nuevo camino por recorrer.

lunes, 13 de octubre de 2014



PREGONERO DE LA SEMANA SANTA DE MONTELLANO 2015
(22-03-15)


Esta es la entrada oficial del presidente de la Agrupación Hermanos del Costal, para dar a conocer el nombramiento de ésta humilde persona como pregonero de la Semana Santa de Montellano 2015. Quiero a gradecer a mis hermanos de trabajadera esta designación, esperando que mi Cristo de los Remedios, mi Gran Poder y esa Bendita Entrada en Jerusalen de Jesús...me alumbren para para llevar a buen puerto lo que deseo pregonar. GRACIAS!!!
"Los cofrades de Montellano estamos de enhorabuena... Ya tenemos Pregonero de la Semana Santa 2015 correra a cargo de nuestro compañero Tomas Prieto Martin bien conocido en nuestro pueblo por regentar el Hotel la Posada, ser un gran escritor y compañero de trabajadera. ¡Vamonos al cielo Trianero!"

lunes, 28 de julio de 2014


NUEVA OBRA...NUEVA ILUSIÓN

¿Qué misterios encierran todas y cada una de las rutas de peregrinación? ¿Por qué esa transformación espiritual a la que hacen mención los peregrinos? A través de la lectura de “El Peregrino de Cote”, nos sumergiremos en todo un entramado de pasados, presentes y futuros, que nos permitirá ahondar en las respuestas halladas en uno de esos caminos, que llega intacto hasta nosotros, gracias a las experiencias vividas y narradas por sus personajes. Respuestas, que intentarán esclarecernos en cierta medida dudas existenciales y cualquier planteamiento que podamos hacernos frente al pensamiento y la verdadera condición del ser humano. Una vez leídas las páginas de ésta novela quedaremos atrapados por el magnetismo templario de Cote, por el singular Jubileo Franciscano de la Porcíncula y por ese imperioso deseo de renovar nuestras propias energías buscando avanzar espiritualmente. Buscando encontrarnos con nosotros mismos, nos decidiremos a echarnos a andar. “Peregrinus Ille Frater”, camina en la fraternidad.

sábado, 12 de abril de 2014

VI ENCUENTRO LITERARIO INTERNACIONAL "LETRAS DE LA POSADA"

El próximo día 16 de Agosto, sábado, tendrá lugar en el salón del "Hotel La Posada de Montellano", la SEXTA edición de éste certamen literario que tiene como único interés compartir unos momentos mágicos reunidos en torno al mundo de las letras. Convoco a amigos, escritores y a todas aquellas personas interesadas en asistir o participar en el citado acto. Su hora de inicio será a las 20.00 horas.
Como cierre del evento y momento estelar, como en anteriores ediciones, se presentará una nueva obra para que sea compartida por todos aquellos considerados amantes de los libros. TOMÁS PRIETO MARTÍN , su autor, nos dará a conocer nueva novela "EL PEREGRINO DE COTE".
En el certamen, podrán participar todos los escritores y poetas que así lo deseen en lengua hispana, dentro de las modalidades de relato breve o poesía. Los textos tendrán una extensión máxima de dos páginas, y podrán ser expuestos de manera presencial, si les resulta posible desplazarse hasta el lugar y fecha del encuentro o bien remitiéndonos dichos escritos antes del día 30 de Julio, fecha tope para apuntarse en cualquiera de los dos casos, a la siguiente dirección. salmorelli@hotmail.com , junto con una breve reseña de su vida personal y literaria y una fotografía.
* Lo ideal, sería que los autores que no pudieran estar presentes en el "encuentro", nos remitieses una grabación de voz e incluso de imagen del relato o poema que quisieran compartir con el resto de asistentes.
* Ante cualquier duda no dude en consultarnos a través del email antes reseñado.
* ORGANIZA, LA FAMILIA DE BLOGEROS AMANTES DE LOS ESCRITOS, HOTEL LA POSADA DE MONTELLANO, AYUNTAMIENTO DE MONTELLANO, con la colaboración de Radio Montellano.
* Desde la organización, pedimos a todos una máxima difusión del evento en vuestros respectivos blogs y redes sociales. Se expediran diplomas de participación para todos aquellos que participen de una u otra manera en el encuentro.
* Haga su reserva si desea alojarse o cenar en el Hotel, trás el certamen. Tfno. 955831046.

2º PREMIO, IV CERTAMEN COFRADE DE RELATO BREVE "EL AGUAÓ DE MONTELLANO"
EL DILEMA, por Tomás Prieto Martín. AÑO 2014.

"Mi nombre es Isaac Almoxaraf, hijo de Aharon y de Darona, nacido en la ciudad de Ramla, capital del distrito central de Israel hace cincuenta y dos años, e hijo menor de cuatro hermanos.
Con tan solo cinco años emigré junto a la totalidad de mi familia a Estados Unidos, afincándonos en la ciudad de New York, donde hice mi vida, cursé todos mis estudios y conocí a Devora mi esposa con la que tengo dos hijas maravillosas.
En la actualidad, soy profesor de Antropología y Humanidades en la universidad de Columbia, dentro del corazón de Manhattan, y dedico la mayor parte de mi tiempo a impartir conferencias por medio mundo intentando acercar hasta los alumnos de numerosas universidades y otro tipo de oyentes, las diferentes vertientes que relacionan los aspectos religiosos con los comportamientos de los seres humanos.
La religión, como actividad humana que abarca creencias y prácticas sobre cuestiones de tipo existenciales, morales e incluso sobrenaturales, despertó enseguida en mí un interés inusitado, me atrevo a decir, desde mucho antes de doctorarme en Antropología. Tal vez por ser proveniente de una familia muy religiosa que cumplía firmemente con la ley de Moisés, admitiendo con vehemencia ser el pueblo elegido por Yavhé o quizás simplemente porque había convivido en un barrio en el que se entremezclaban infinidad de religiones distintas, que llegaban a delimitar socialmente al vecindario por según que doctrina practicasen unos y otros. Aquellos comportamientos habían creado incongruentemente una especie de pequeños guetos en torno a lo que más bien debiera haber sido un estilo de vida encaminado a la plenitud del ser, resultando completamente inexplicable y absurda aquella lucha asolapada en nombre de Dios.
Así, poco a poco fui estudiando cada uno de los diferentes credos desde mi agnóstico prisma queriendo analizar, que nunca juzgar, el comportamiento humano a través de la religión y de las religiones. Me licencié también en Humanidades, y viajé, gracias a numerosas becas, hasta diferentes estados y países deseando beber de la fuente primaria de cualquiera de los credos existentes en ellos, y a través del paso del tiempo aprendí bien como diferenciar las concepciones teológicas que les concernían a cada uno de ellos; Monoteístas, politeístas, henoteístas, dualistas, no teístas, panteísta, reveladas, no reveladas..
Creer en un solo Dios o en varios dioses, en un solo Dios con toda una corte de ellos por debajo de él, en dos divinidades contrapuestas, no creer en dioses absolutos o si creer que el universo y la naturaleza están a su misma altura...todo esto variaba de una frontera a otra, pero que digo yo, simplemente de una calle a otra.
De una forma u otra, descubrí que toda religión implica una obligación de consciencia y cumplimiento de deber, y que según la teoría del sociólogo Durkheim; “la religión es un sistema solidario de creencias y prácticas relativas a cosas sagradas, y que toda sociedad posee todo lo necesario para suscitar en sus miembros la sensación de lo divino simplemente a través del poder que ella ejerce sobre ellos.”
Llamó mi atención que el número de población creyente superara con creces a la conformada por ateos, agnósticos, no teístas e irreligionarios. Llamó mi atención que por una diferencia bestial fuesen las tres religiones monoteístas las que imperasen en el mundo; cristianismo, islamismo y budismo, y a su vez, que el cristianismo se convirtiera en un racimo de más de una veintena de religiones unidas a una misma rama o tronco en común.
He tenido la oportunidad de presenciar, todo tipo de rituales, ritos y ceremonias, de asistir aveces abiertamente y otras de incógnito, a asambleas, misas y oratorios en templos, salones, sinagogas y mezquitas. He compartido momentos de oración, intentando que me explicasen y descifrarán pasajes del Corán, la Tanaj, la Torá o la Biblia, con rabinos, imanes y sacerdotes, y sinceramente, creo que por todo ello he llegado a convertirme en una de las personas más preparadas del planeta en cuestiones de índole religiosa, sin dejar a un lado sus influencias antropológicas.
Pero, pese a mis conocimientos y agnosticismo, he de reconocer que más de un dilema ha planeado por mi cabeza alguna que otra vez.
Recuerdo que hace tan solo unos años, atendiendo a diferentes compromisos cerrados por mi secretaria, viajé a Europa para impartir una serie de conferencias, y que a diferencia de mis últimos viajes en los que siempre me acompañaba Devora, en esta ocasión lo realicé en solitario debido a ciertos compromisos sociales a los que mi esposa también debía acudir. Berlín, Roma, Florencia, París, Lisboa, Madrid, Valencia y por último Sevilla.
No me pregunten muy bien porqué, pero estaba deseoso de visitar ésta última ciudad. Había leído tanto sobre ella y estudiado detenidamente su comportamiento a través de los tiempos, que me parecía todo un ejemplo de tolerancia, cultura e historia. Historia en cuanto a todas las civilizaciones que la poseyeron e historia también desde el punto de vista religioso que era lo que en la actualidad más me ocupaba.
Me intrigaba su defensa a ultranza allá por mil ochocientos cincuenta y cuatro, cuando el dogma de la concepción inmaculada de María, que hizo que ostentara para siempre el título de muy mariana, y me intrigaba también el desmedido entusiasmo con el que se celebraba en la ciudad la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.
Eran múltiples los textos que habían llegado hasta mis manos en cuanto a aquella singular celebración de la semana santa en la capital andaluza y pocas, muy pocas, las explicaciones que solían darme los que me rodeaban, para poder aclarar todas mis dudas. Estaba convencido de que necesitaba vivirlo en primera persona, para comprender esa locura colectiva que se desataba en la ciudad llegada esa época del año, y por este motivo, habíamos determinado que mi última conferencia en Europa se cerrara para dos días después de terminada la semana sagrada para los católicos, hospedándome en la ciudad desde varios días antes. De esta forma tendría la oportunidad de vivir el triduo sacro en Sevilla, sin que nadie me esperase antes de la fecha de la conferencia, y poder así gozar de toda la libertad para moverme a mi verdadero antojo.
Tras dejarme un taxi en la puerta del céntrico hotel Colón, llamó mi atención rápidamente la cantidad de personas que, como moviéndose en un hormiguero, se perdían calle arriba y calle abajo vestidos completamente de gala. Los señores con trajes de chaqueta y corbata y muchas señoras ataviadas con elegantes trajes negros y unas especies de conchas sobre sus cabezas cubiertas de una tela de encaje del mismo color, mantillas, me dijo el recepcionista que se llamaban minutos más tarde. De esta manera se dedicaban toda la tarde del jueves santo a visitar los sagrarios de las parroquias y pasear por las calles para ver las procesiones.
Del mismo modo, al llegar a mi habitación, y no queriendo desentonar, me vestí con uno de mis trajes y me eché a la calle. Justo a la espalda del hotel salía un cortejo en pocos minutos desde la parroquia de la Magdalena.
Toda Sevilla parecía estar en la calle. La multitud te arrastraba prácticamente de un lugar a otro indicándote hacia donde debías dirigirte, y de esta manera conseguí colocarme justamente enfrente de la puerta de la iglesia que permanecía aún cerrada, mientras el olor de las flores de los naranjos me tenían del todo cautivado.
El bullicio crecía e infinidad de grupos de personas jóvenes y no tan jóvenes se agolpaban en la plaza sin dejar libre ni un solo espacio. Miré a mi alrededor y pronto comenzó a disminuir el sonido ambiente al tiempo que se abrían las puertas del templo.
Pronto comenzaron a desfilar por delante de mi unas hileras de penitentes, revestidos de túnicas moradas y antifaces en altura del mismo color, que tapaban sus rostros. Ya había oído hablar del anonimato que guardaban estas personas, año tras año, al ofrecer sus promesas a cambio de realizar la estación penitencial, que así la llamaban. Algunos portaban insignias, otros unos enormes cirios encendidos y otros cargaban al hombro unas cruces de madera, tampoco sabría muy bien precisar porque unos portaban unas y otras.
Al momento, un silencio ensordecedor dejó al descubierto el trinar de unos pájaros unidos a la tenue música de capilla que precedía a un enorme trono, dónde las imágenes representaban el descendimiento de la cruz de Jesús.
Me había informado bien antes de viajar del estilo barroco sevillano y de su iconografía, pero nada que ver con lo que tenía a pocos metros de mí. El realismo que rezumaban aquellas imágenes, incluso el movimiento de la talla de Cristo suspendido de la cruz, hacían albergar un verdadero recogimiento. Instantes después al llegar a mi altura comprobé como un señor bien pertrechado dirigía andando de espaldas los movimientos de aquél altar viviente, mientras el crujir de la madera resultaba del todo estremecedor.
Ante las dudas que me asaltaban, pregunté a un grupo de jóvenes que tenía junto a mí, todos ellos enchaquetados y muy bien peinados, que parecían sujetar unos pequeños libros entre sus manos.
  • Perdonad, ¿Cómo arrastran el trono? ¿Tendrá que llevar algún tipo de ruedas? -les pregunté en un perfecto castellano, viendo como terminaba de pasar el cortejo sin que nadie estuviese detrás empujando a aquellas imágenes.-
  • ¿Cómo dice? -me preguntó casi indignado el que parecía llevar la voz cantante del grupo, al tiempo que la gente comenzaba a dispersarse en todas las direcciones como con mucha prisa.-
  • Os preguntaba que como hacen para mover estos tronos.-insistí.-
  • No son tronos, en Sevilla, se llaman pasos. Pasos de Cristo y pasos de Palio, que son los que llevan a nuestras dolorosas.-precisó.- Y los pasos los llevan los costaleros.
  • ¿Costaleros?
  • Si, costaleros. Los costaleros son hombres que se meten debajo de los pasos y que cargan todo el peso sobre sus cuellos.-puntualizó.-Nada de ruedas, ni de mecanismos. Sus promesas son las de sacar a sus imágenes con su sudor y su esfuerzo, no hay más historias.
  • Bien, gracias.
  • De nada, tome, quédese con mi itinerario de las cofradías, creo que le va a hacer más falta que a mi, si se queda por aquí.- me contestó el chico presumiendo que yo era un guiri despistado, aunque tampoco estaba tan alejado de la realidad. Comenzaba a sentirme, pese a todo mi conocimiento en cuanto a religiones, como un auténtico idiota.-
Aquello, si que era del todo nuevo para mí, había personas que cargaban con exagerados pesos por cumplir sus promesas y devociones. Sabía de las salvajadas que se hacían en muchos otros lugares en cuanto a azotes, crucifixiones..., pero no era sabedor de que con tanta elegancia se podía realizar un acto penitencial. Tenía que conseguir ver aquello desde mucho más de cerca para cerciorarme de que podía ser cierto. Era imposible que no se notase el esfuerzo de unos hombres en dicha tarea y la perfección con la que se deslizaba el paso.
De camino al hotel para cenar, comencé a repasar aquél pequeño libro que me habían regalado. Eran cuadrantes horarios de hermandades a su paso por diferentes calles. La gente se guiaba y asistía según a que horas al paso de las diferentes imágenes por según que lugar les interesaba más, ahora comprendía que al paso de la hermandad de la “Quinta Angustia”, que así se llamaba la que acababa de presenciar, fuera como corriendo hacia otro lugar...todo estaba ajustado a horarios y numerosos cortejos se encontraban en torno a una tela de araña para realizar su recorrido hasta la Catedral de la ciudad.
No había demasiadas personas en el restaurante, cosa que me llamó la atención tras conocer que el hotel estaba completo, pero el camarero que me atendió pronto disipó mi extrañeza.
  • La gente de aquí y la que viene de fuera vive en la calle. Suele tapear en los bares, para no entretenerse demasiado y continuar viendo los pasos.
Me resultaba todo como muy familiar. El camarero al igual que aquellos jóvenes hablaban de los pasos , de las hermandades...como de algo muy cercano. Con respeto, pero me atrevería a decir como si te hablaran de ir a ver a algún familiar o algo así. Comenzaba a descubrir que la idiosincrasia de los sevillanos era muy diferente a lo que tenía yo ya conocido y que tal vez aquel fuera el truco de la perfecta convivencia entre civilizaciones a lo largo de tantos siglos.
  • ¿Esta noche saldrá a ver la “Madrugá”? -me preguntó al traer el postre.-
  • ¿La Madrugá? -repliqué sin saber de que hablaba.-
  • Si, hombre, esta noche salen las principales cofradías de la ciudad. La “Madrugá”, se llama así por eso porque salen de madrugada.
  • ¿De madrugada también salen pasos? -le pregunté asombrado y comenzando a manejar el argot local.-
  • No se apure, lo veo algo despistado y no me importaría que se viniera conmigo y con mis amigos.-me aclaró solicito.-
  • ¿De verdad podría ir con usted? -pregunté entusiasmado e incrédulo.-
  • Claro que si, lo que ocurre es que igual nos perdemos a alguna, porque entre que salgo de trabajar y descanso un poco...pero en fin que le voy a llevar a los mejores sitios.
  • Muchas gracias, usted dirá la hora.
  • Yo vendré a recogerle a eso de las cuatro de la mañana.-indicó para mi sorpresa.-
  • ¿A esa hora salen los pasos?
  • No, desde las doce, que sale la Macarena, van saliendo, pero lo que yo le diga. A las cuatro nos vemos en la recepción.
  • Muy bien, así será.
  • ¡Ah! Y póngase otra ropa más cómoda y abríguese un poco que de madrugada refresca. Yo me llamo Juan.-dijo acercándome su mano.-
  • Yo Isaac.-le contesté estrechándole la mía.-
  • Muy bien Isaac, pues lo dicho, a las cuatro nos vemos.
Subí a mi habitación y repasé en mi ordenador, y con la ayuda del itinerario, las seis procesiones que conformaban la llamada “Madrugá”; Silencio, Gran Poder, Macarena, Calvario, Esperanza de Triana y Los Gitanos. Comencé a leer y efectivamente se trataban de las hermandades de más renombre de la ciudad, pese a existir otras muchas de menor o igual relevancia que procesionaban el resto de los días, porque había procesiones a lo largo de nueve días.
La noche, la “Madrugá”, resultó mágica y se alargó hasta bien avanzada la mañana. Apenas descansé antes de reunirme con Juan y su grupo de amigos, pero poco me importó. Descubrí un mundo nuevo dentro del mundo católico y a su vez del cristianismo y de la religión en sí misma.
No sabría explicarlo, pero durante horas pasé de la sobriedad y de la austeridad a todo un rio de júbilo en torno a las imágenes de Jesús y de María. Pasé del silencio sepulcral más absoluto durante el paso de algunas hermandades a contemplar como se mecían los pasos alegremente, siendo acompañados con el mismo respeto por bandas de música. Hileras interminables de penitentes nazarenos, que me hacían dudar de la población que realmente pudiera tener Sevilla. Si pudiera haber contado las personas que conformaban aquellos cortejos y la multitud que se agolpaba en cualquier rincón o que te llevaba en volandas de una calle a otra, jamás me hubiesen salido las cuentas.
Me di cuenta enseguida, que pese a mi agnosticismo, aquella vivencia era digna de ser impartida en mis conferencias, pero como encontrar las palabras acertadas y adecuadas para describir aquello que había vivido. No las había, ¿Cómo podría explicarle a mis alumnos u oyentes que de toda una multitud repartida por doquier, bajo el bullicio más descabellado se sumía en un completo silencio sin que nadie diese una orden? ¿Cómo explicarles que una imagen sobre su paso parecía un hombre andando con la cruz a cuestas, gracias al trabajo de los costaleros? ¿Cómo explicarles que la gente piropeaba a las imágenes de María, cómo si de una bella joven se tratara al pasar? ¿Cómo explicarles que decenas de oficios diferentes intervienen en favor de que todo aquello se desarrolle con tanta belleza y perfección? ¿Cómo explicarles que había abuelas pidiéndoles sus favores en voz alta como quien se lo pide a un padre o a una madre? Y como explicar que cualquier persona de esta ciudad, no necesita estudios para saber del fervor y de religión. Imposible.
Simplemente, no podría responder a las preguntas que me hicieran y todo ello continuaría creando en mí todo un dilema, tan solo podría responderles que viví la Pasión de Cristo, según Sevilla, que no buscaran en libros porque nada de ello encontrarían. Se trataba del descubrimiento de un nuevo movimiento de fe.

                                                                  FIN

martes, 11 de febrero de 2014

SIN HACER RUIDO...

 De ésta forma, como lo hiciera tú hermana también en su despedida, has querido marcharte, tito. Y te llamo así, porque no puedo entender tu nombre de otra manera, si no es con este apelativo familiar, y aunque tu sangre no corriera por mis venas, siempre te he llamado así cuando he tenido que hablar de ti.

También, la verdad sea dicha, porque no resultarían del todo comprensibles estas letras que te dedico, a muchos de los que tuvieron la suerte de conocerte y tratarte de mi alrededor. Llamarte Vidal, no es lo mismo que hablar del Tito Vidal.

Y es que, aunque no me creas, pese a tu especial forma de ser, tu manera de expresarte a veces, tu aislado comportamiento, siempre justificado por la soledad que te acompañó en muchas fases de tu vida, supiste calar en el corazón de muchos de los que te hemos tratado. Y no solo te hablo de esas personas de las que siempre tuviste la certeza de ello, sino también de otros muchos de los que quizás vayas descubriendo sus nombres por lo que te puedan ir contando por ahí arriba a partir de ahora. Ese es tan solo uno de los privilegios que has alcanzado al llegar a tu grado de paz y de bienestar. La posibilidad de conocer la verdad o la mentira que te haya podido rodear siempre. Además de no perderte ya ni un solo partido que quieras ver, acompañado por un buen botellín fresquito y un paquete de ducados que no se termina nunca.

He de reconocerte, que el silencio en las personas a veces se convierte en toda una virtud frente al disparate de andar hablando sin parar sin decir absolutamente nada que aporte a quienes nos rodean. Tú, con pocas palabras, con un solo gesto o una mirada, transmitías mucho más que esos otros parlanchines vacíos de principios. No hacía falta mucha más conversación, te lo puedo asegurar. Tu sonrisa, tu seriedad...tu forma de poner las manos en la frente...se convertían en detalles transparentes, que nos advertían de sobre tu estado de ánimo.

Por circunstancias compartimos muchas cosas y muchos momentos, y a veces estuviste tu por mi y otras yo por ti. Realmente no era mucho lo que necesitabas tampoco para vivir. Teniendo cubiertas tus necesidades básicas, te mostrabas feliz y sonriente, y al igual que Maripepa, me transmitías buenas sensaciones.

Hablar de tu periplo profesional, ultrajado por el estado tras robarte tantos años de duro y responsable trabajo, comentar tus andanzas durante tantas semanas santas vividas, tus posibilidades reales dentro del mundo del fútbol, dónde quiso poner sus manos hasta el mismísimo Helenio Herrera, de los momentos que atravesaba nuestro Sevilla FC, y de lo mal que le iba al vecino de Heliópolis cuando nosotros colmábamos nuestras vitrinas, así como de las mil y una forma de rellenar una quiniela para luego saborearla al soniquete de carrusel y el sabor de una copita de castellana...conformaba todo un argumentario de charlas en las que poco importaba nada más. Eso, y que tu familia siempre se encontrase bien, como así les demostrate una vez tras otra hasta que pudiste mostrar tu ayuda a todos ellos.

En fin, tampoco quiero entretenerte más, porque no son éstos párrafos que completen las páginas del Marca o el As que te gustaran tanto leer. Solo espero que estés feliz junto a los tuyos y que le des muchos besos a tu hermana de mi parte. Ya sabes que te queremos en casa, y que poco a poco tu sobrina lo irá superando. Los niños saben bien de tu condición, porque de ello nos encargamos nosotros que bien te conocimos. Son buenos sevillistas y apuntan manera de buenas personas que es lo único importante en esta vida, y tu lo fuiste con mayúsculas.


UN BESO, PORTERO. UN BESO, TITO

martes, 21 de enero de 2014

Esta mañana hemos compartido con todos los oyentes de "Estilo Sevilla", en radio Sevilla FC, guiado por mi amigo y gran comunicador, Antonio Bejarano, todo lo concerniente al proyecto del camino "El Peregrino de Cote", que iniciaremos el próximo día 1 de Febrero, sábado. Vuelven a emitir la entrevista hoy a las 2 de la mañana (para los noctámbulos).
FRAGMENTO SACADO DE MI NUEVA NOVELA "EL PEREGRINO DE COTE"

““Peregrinus ille frater”, rezaba en la leyenda de aquél viejo documento que le había sido entregado por el guía espiritual que atendía a sus desmedidos deseos por renacer como el Ave Fenix de sus propias cenizas. Las fuerzas poderosas nacidas de las entrañas de la Tierra arrastrarán aquella negatividad que creaste a lo largo de todos estos años en tu propia conciencia, tanto así, como toda aquella de la que te cargaron quienes nunca supieron mirarte bien.-le dijo.- Invisible a tus ojos durante tanto tiempo, siempre estuvo ahí aguardando a que tomaras la decisión de cambiarlo todo. Siempre a tiempo de que causara en tu interior la revolución necesaria, que alma y espíritu necesitan para alimentarse y nutrirse. No es adoctrinamiento, sino tan solo cuestión de depositar tu necesidad de fe sobre ti mismo. Tan solo así podrás hallar la libertad. Ve, y peregrina en la fraternidad. Cumple con el camino que ya recorrieron tus antepasados y paga de una vez por todas tu deuda. Todo resultará diferente a tu regreso, créeme hermano.”